Tengo la suerte de hacer lo que me gusta, de disfrutar de mi trabajo y tener la ilusión de crear mis propios proyectos profesionales. Un ejemplo es el reciente lanzamiento de Flamingo Comunicación.
Pero esto no quiere decir que mi trabajo sea más importante que mi vida personal. Es cierto que el trabajo te define y si tienes la suerte de hacer lo que te gusta, te permite crecer personalmente y sentirte realizado. Todo esto es cierto, pero siempre he tenido claro que no podía ocupar el 100% de mi vida.
El trabajo nos permite ganar dinero, que es a la vez lo que nos permite cubrir las necesidades básicas, tener una educación, disfrutar en sociedad, viajar… En definitiva, vivir. Pero cumplir unos horarios infernales como norma general y olvidarnos de lo realmente importante (dedicar tiempo a nosotros mismos, desconectar, hacer ejercicio, relajarnos y dedicarle tiempo a nuestros seres queridos) no es sano.
Siempre he pensado que la forma en que está establecido el trabajo no es ni productiva ni lógica. El tener que cumplir unos horarios que siempre son ampliables a más horas pero nunca a menos no tienen ningún sentido. De todos es sabido que hay días más productivos que otros. Por lo tanto, ¿no sería más lógico basar el trabajo en objetivos en vez de horarios?
Siempre me ha gustado la flexibilidad, y no únicamente en el trabajo sino en cualquier circunstancia de la vida. Quizás por eso me hice freelance hace ya casi cinco años. El poder organizar los horarios en función de tu vida debería ser un derecho, no un privilegio.
Porque lo más importante no es cuántas horas estés calentando el asiento, sino cuántas horas de tu tiempo trabajado han sido productivas. Si yo tengo la capacida y experiencia para hacer un trabajo en cuatro horas ¿por qué tengo que estar ocho en una oficina? La respuesta es bien sencilla, hoy en día la productividad, el ser diferente y destacar sobre algo todavía no está bien visto.
A pesar de ser freelance, para determinados proyectos me piden una presencia física en las oficinas del cliente. He de admitir que también disfruto de estos periodos porque por un lado sé que son temporales y por otro me sirven tanto para hacer networking como para recordar por qué he fundado Flamingo Comunicación. Me gusta tener el control de mi tiempo, y sí, ser mi propia jefa.
Realmente confío en que con el tiempo cada vez habrá más puestos de trabajo con horarios flexibles, y me refiero a flexibles de verdad como poder trabajar un día 6 horas, otro desde casa… Siempre cumpliendo los objetivos fijado. Hoy en día esto es una utopía que solo los freelance, y no siempre, podemos cumplir.
Y sí, todo este relato viene a cuento de la imagen con la que abro el post donde se indica algo clave que deberíamos grabárnoslo a fuego: «La vida no significa llegar a la oficina, volver a casa y dormir. Hay más en la vida: tiempo para socializar, hacer ejercicio, relajarse… No haga que su vida carezca de sentido«. Porque salir a tiempo supone una «mayor productividad, buena vida social, buenas relaciones familiares» y salir tarde supone una «menor productividad, sin vida social, sin vida familiar».
¿Con cuál de estas dos opciones te quedas tú?
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